TEST
DE INTELIGENCIA
Paola
Carolina Paoloni
Ayudante de
Investigación en el Dpto. de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales. Facultad
de Ciencias Humanas. UNRC
E-mail: paolonip@hum.unrc.edu.ar
“Un buen día
la alcaldía le encargó a un escultor un gran caballo para una plaza de una
ciudad. El camión trajo al taller el bloque gigante de granito. El escultor
empezó a trabajarlo subido a una gran escalera a golpes de martillo y cincel.
Los niños lo miraban hacer. Entonces los niños partieron de vacaciones rumbo a
las montañas o al mar. Cuando regresaron, el escultor les mostró el caballo
terminado y uno de los niños, con los ojos muy abiertos, le preguntó ¿cómo
sabías que adentro de aquella gran piedra había un caballo?”
(E. Galeano
1995. En Cambours de Donini, A. ¿Nuevo siglo, Nueva escuela?)
¿Podremos
llamarlos todavía test de inteligencia?
Iniciar el
presente escrito intentando dar una respuesta a este interrogante lleva a
plantear la vigencia del mismo luego de aproximadamente dos décadas en que W.
Turnbull (1981) lo sugirió cuando visualizaba el estado del arte de los tests
de inteligencia en el año 2000. No obstante, podemos encontrarnos en variadas
ocasiones con la dificultad de dar respuesta a un cuestionamiento que se
presenta simple, quizás porque en realidad remite a planteos de un nivel de
complejidad considerable.
Desde
principios de siglo, luego de que la psicología se establece como ciencia,
comienzan a elaborarse instrumentos de medición asentados sobre la base de
comportamientos observables empíricamente. Luego, derivada de la psicología
surge la psicometría como disciplina que estudia la medición de las
características psicológicas humanas, en función de lo cual ha tenido lugar la
producción de instrumentos de medición cada vez más sofisticados, acompañados
de procesamientos estadísticos a partir de los cuales es posible tomar
decisiones y realizar predicciones probabilísticamente acerca de determinados
comportamientos de una persona en relación a la conducta de un grupo de sujetos
tomados como referencia.
En la actualidad, difícilmente no sean
reconocidos los cambios e innumerables aportes en todas las áreas del saber
producidos desde el ámbito científico-tecnológico en el contexto del mundo del
siglo XX.
Hoy, en las
puertas del próximo siglo, en una sociedad globalizada en la multiplicidad de
campos en los que se desarrolla el ser humano; a pesar de los años
transcurridos y de los aportes realizados, sigue existiendo una deuda de
contribuciones referentes al área de la medición de las características psicológicas
humanas en relación a la educación, que respete aspectos diferenciales de cada
hombre y su ambiente. Sin embargo, desde hace ya varios años algunos autores
vislumbraban nuevas alternativas al respecto (Turnbull, 1981; Resnick, 1981) a
partir de la valoración de contribuciones realizadas desde diferentes enfoques
teórico-metodológicos desarrollados en el campo de la psicometría.
El enfoque psicoeducacional estudia fenómenos vinculados al contexto de la clase escolar, cuyos orígenes pueden situarse en los aportes de Binet que, aceptando las dificultades en la medición de fenómenos complejos, planteó cuestiones que representaban problemas reales del contexto o eran significativas en el aula.
Es en esta perspectiva donde residen mayores expectativas de evolución para el desarrollo de mediciones útiles en educación.
“El testar en
sí mismo podría ser revisado para procurar su pertinencia y por esto su
utilidad más desde la perspectiva de las tareas de enseñanza-aprendizaje que
desde la teoría psicológica (...) Puesto que las escuelas estarán todavía
tratando con alumnos cuyos back-grounds de lenguaje y cultura han provisto
oportunidades diferenciadas para aprender las tareas que requieren sus medios
académicos, nosotros necesitaremos normas diferenciales (...)” (Turnbull, 1981
:244)
Considerando tales expectativas cabe advertir que en la sociedad de fin de siglo conmovida por profundos cambios, donde los contextos en los que las personas se desarrollan varían vertiginosamente y adquieren una dinámica particular en el tiempo y el espacio determinando distintas posibilidades y limitaciones; las diferencias progresan de modo tal que los comportamientos de las personas son cada vez más específicos a las situaciones en las que se producen. Hecho que pueden reflejar de algún modo los significativos aportes realizados en esta última década a partir de la Teoría de las Inteligencias Múltiples de H. Gardner, la reformulación acerca de la Inteligencia Emocional y sus implicancias en el campo del aprendizaje y en el dominio laboral de D. Goleman, las investigaciones y contribuciones acerca de la creatividad de M. Csikszentmihalyi y J. Corbalán Berna1, entre otras; que no deben dejarse de considerar como parte del estado del arte actual y en vías de constitución del ámbito de la psicometría en relación a la educación.
Ahora bien, actualmente ¿qué es entonces lo que medimos con los llamados test de inteligencia?¿es lícito desde el punto de vista técnico y ético?¿qué riesgo de error estamos dispuestos a asumir?¿en qué contextos y con cuáles indicadores?¿qué implicancias educacionales trae consigo la toma de decisiones a partir de tales mediciones?
Si nos detenemos en estas cuestiones, es posible observar que las mismas nos llevan a reflexionar acerca de los medios y los fines de la medición en educación y, acaso ¿no plantean la necesidad y el desafío actual de llevar a cabo mediciones de las características psicológicas humanas en función de problemas propios de la realidad del mundo y de las aulas, en donde cada habilidad sea valorada desde aspectos múltiples con instrumentos de medición lo suficientemente sutiles como para ser capaces de reflejar respuestas a actividades concretas de enseñanza y aprendizaje, adaptados a factores socioculturales idiosincrásicos?¿mediciones que impliquen decisiones concretas y la realización de predicciones a corto plazo?
Tal vez aprender tenga mucho que ver con la sorpresa del niño ante lo inesperado y magnífico. Tal vez comprender tenga que ver con sacar de cada uno cualidades que sorprendan. Tal vez enseñar tenga que ver con buscar en cada uno las características de individualidad que se encuentran en un tiempo y en un contexto social...
Tal vez por eso la educación seguirá teniendo mucho de lo que es, con un matiz particular en el siglo XXI.
Notas
1 Corbalán Berna, J. 1997 Creatividad (Ficha de Psicodiversidad y Test de la Creatividad)
Referencias
Cambours de Donini, A. 1995 ¿Nuevo siglo, Nueva escuela?
Csikszentmihalyi, M. 1998 Creatividad. El fluir y la psicología del descubrimiento y la invención. Paidós .Barcelona.
Gardner, H. 1994 Estructuras de la mente. La teoría de las inteligencias múltiples. Fondo de Cultura Económica. México.
Goleman, D. 1996 La inteligencia emocional. Vergara.
Resnick, L. 1981 El futuro de los test de CI en educación. En Sternberg, R. y D. Detterman (edit.) Inteligencia Humana. Ablex Publishing Corporation. NJ.
Turnbull, Williams W. 1981 Los
tests de inteligencia en el año 2000. En Sternberg, R y D. Detterman
(edit.) Inteligencia Humana. Ablex Publishing Corporation NJ. Parte II.