INTRODUCCIÓN
Sin lugar a dudas podría afirmarse que el aprendizaje de una
práctica profesional durante la formación de grado no constituye
una simple asignatura más de un plan de estudio. Concebirla como
un mero despliegue o aplicación de lo ya aprendido es una ingenuidad
tal que no resiste los embates de una realidad, de un afuera, que constantemente
somete al practicante a fuertes desafíos empíricos.
Por el contrario, el aprendizaje de una práctica en el contexto
académico constituye una instancia de tensión, de puesta
a prueba, de revisión, de resignificación constante y de
ampliación de saberes que la singularizan como momento de formación.
Desde nuestra perspectiva como docentes esta especificidad que la caracteriza
es a la vez que su connotación más atrayente -por su carácter
de abierta a la novedad- su aspecto más problematizador al momento
de ajustar las ayudas pedagógicas.
En efecto, la práctica como instancia inicial de socialización
profesional implica la creación de un espacio de transición
entre la formación de grado y el ingreso al mundo laboral. Es justamente
esta naturaleza bipartita que la caracteriza la que la hace quedar expuesta
al surgimiento de situaciones que son vividas como problemáticas
por aquellos que intentan aprender un modelo profesional.
Siguiendo a Andreozzi (1996) puede afirmarse que el enfrentamiento
de situaciones o episodios claves, que generalmente se organizan en torno
a un obstáculo o prueba a superar, caracteriza la iniciación
en el trabajo profesional.
Según la autora dichas situaciones son específicas de
la vida profesional y se presentan con cierta regularidad lo que permite
considerarlas situaciones típicas. A diferencia del profesional
experto, el aprendiz las vivencia con una marcada ponderación en
su impacto significativo.
La significación de episodios denominados incidentes críticos
en la vida de las personas fue estudiado por diversos autores (Strauss,
1959; Becker, 1966; Walker, 1976; Sparkes, 1988 en Wood, 1997).
El estudio de dichos episodios en la carrera del profesorado ha sido
objeto de estudio por varios especialistas (Rosales, 1990; Sikes, Measor
y Wood en Wood, 1997). Particularmente Wood (1997) los definió como
momentos y episodios imprevistos y por lo tanto no anticipados de gran
impacto en la formación profesional. Dichos incidentes concentrarían
su más alta proporción en momentos críticos de la
formación profesional tales como las instancias iniciales de actuación
profesional, constituyendo factores claves en la socialización de
los profesores y “en el proceso de establecimiento” (Ball, 1980 en Wood,
1997).
Las investigaciones antes citadas orientaron nuestro interés
hacia una reflexión que nos permitiera aproximarnos a la caracterización
de los incidentes críticos más frecuentes en el aprendizaje
de la práctica profesional psicopedagógica.
La información fue recogida a partir de la solicitud de reconstrucción
por parte del alumno del episodio que a su criterio podría calificarse
como crítico.
El relato, de carácter escrito debía contar, al menos,
con la presencia de los siguientes componentes:
• Contextualización de la situación crítica, detallando
las circunstancias en que la misma se produjo y que se consideran factores
causales de su aparición y desarrollo.
• Descripción minuciosa de la situación crítica
y focalizada en los aspectos considerados más relevantes.
• Breve alusión a sus posibles causas y a las soluciones intentadas
para la superación del problema.
• Análisis y valoración por el practicante de las repercusiones
que el incidente tuvo en la prosecución del trabajo. Por ejemplo:
repercusión en la motivación para el trabajo, en relación
al grupo de pares, en referencia al trabajo demandado, al docente involucrado,
a la institución, etc.
Cabe destacar que en líneas generales dichos componentes son
similares a los utilizados por Rosales (1990) en su investigación
sobre el tema.
La información fue solicitada a los alumnos cursantes de la
asignatura durante los años académicos 1996 y 1997 conformando
una población de 55 sujetos.
DESCRIPCIÓN DE LAS CATEGORÍAS
Una primera lectura del material recolectado permitió la elaboración
de cuatro categorías de análisis:
I.- En relación a la demanda de intervención psicopedagógica
solicitada.
II.- En referencia a la naturaleza de las relaciones interpersonales
configuradas en el proceso de intervención psicopedagógica.
III.- En relación al cómo de la intervención en
función del despliegue temático.
IV.- En vinculación a la situación misma de práctica
de grado.
Al interior de las categorías fue posible establecer sub-categorías
tal como se refleja en el cuadro que se presente en Anexo I.
Cabe señalar que las situaciones relatadas por el alumno como
incidente crítico pueden contemplar elementos que permiten su ubicación
en una o más categorías de análisis.
Lo que a continuación se presenta constituye una breve descripción
y ejemplificación de las mismas.
I.- En relación a esta categoría fue posible diferenciar
cuatro sub-categorías. La primera de ellas se refiere a la configuración
de la demanda (I.1). Todas las situaciones críticas que pudieron
ser puntualizadas en esta sub-categoría reflejan una delimitación
imprecisa de la situación problema por la que se consulta. Las sucesivas
formulaciones explícitas de la misma, lejos de adquirir una configuración
más definida se desdibuja y desvanece.
El siguiente relato de una alumna intenta ejemplificar esta sub-categoría:
“El directivo demanda un crisol de cosas, que a la vez se entrelazan con
un sinnúmero de expectativas sobre mi intervención. Escuchar
al directivo y poder comprender hacia dónde quería apuntar
me resultó sumamente difícil”. Esta situación llevó
a la residente a titular su incidente así: “Muchas palabras, ideas
mezcladas y... ¿la demanda ?”.
Otra sub-categoría que fue posible elaborar se refiere a la
amplitud y generalidad en la enunciación de la situación
por la que se consulta y que carece de anclaje psicológico en la
representación del problema que se hace el practicante (I.2).
Así una alumna relata: “la docente le atribuye al tema de la
comprensión gran importancia aduciendo que ella explica y el niño
no entiende, necesitando por lo tanto varias explicaciones. En el discurso
de la docente se hacen recurrentes las expresiones que aluden a la falta
de comprensión. Abordar el tema de la comprensión provoca
en mí una gran ansiedad y una gran preocupación (...) Yo
intento centrar el trabajo en este tema de la comprensión (...)
Tema amplio y difícil de abordar desde mi propio punto de vista”.
La tercer sub-categoría (I.3) alude a la complejidad de la demanda
planteada y se vincula a la formulación de situaciones problemas
que exceden los límites de la propia disciplina.
El siguiente relato ejemplifica la afirmación que antecede.
Haciendo referencia al contexto social sumamente empobrecido, a cuestiones
neurológicas implicadas en el niño a ser atendido (convulsiones)
con ausencia de asistencia médica, incidentes traumáticos
a lo largo de su vida (abuso sexual) el alumno expresa: “... así,
en mi práctica psicopedagógica no me encontré sólo
ante producciones cognoscitivas y de aprendizaje. Si bien había
decidido centrar en ellas mis intervenciones ¿qué posición
debía yo asumir frente a los demás emergentes que buscaban
sacudir y reformular mi manera de ser y hacer en un proceso de intervención
psicopedagógica ?. Parecía lógico pensar en un momento
que E. necesitaba además una mirada desde enfoques neurológicos,
lingüísticos, psicológicos y sociológicos (...)
por un momento me pregunté si la omnipotencia no habría llamado
a mi puerta. (...) Tras el repensar y reflexionar sobre la situación
me di cuenta y asumí que no podía dar solución a todos
sus problemas pero, que se había dado la oportunidad de una vez
por todas de hacer algo por él”.
Finalmente la cuarta sub-categoría (I.4) comprende aquellos
incidentes críticos que se originan por déficit, ausencia
o descreimiento de conocimientos teóricos específicos implicados
en el contenido de la demanda.
Las siguientes expresiones de una alumna constituyen un claro ejemplo
de lo antes afirmado. “... El hecho tiene que ver con la falta de conocimiento
teórico sobre niños que presentan problemas de indisciplina
y agresividad puesto que en ninguna materia de la carrera se aborda esta
problemática”.
Dentro de esta sub-categoría también se incluyen aquellas
situaciones en las cuales se alude a la necesidad de contar con conocimientos
que al interior de un proceso de intervención psicopedagógica
resultan coyunturales. “Un joven comenzó a interrogarme sobre cuestiones
específicas de una determinada carrera que personalmente desconocía”
expresa una residente que desarrollaba su práctica en el ámbito
de la orientación vocacional.
II.- La segunda categoría se define en función de los
incidentes críticos generados en torno a las relaciones de carácter
interpersonal que se configuran en el proceso de intervención psicopedagógica.
La práctica profesional como intervención supone la construcción
de un contexto interactivo entre los sujetos involucrados que funciona
como soporte de los intercambios comunicacionales.
El análisis de los relatos permitió diferenciar la presencia
de diversas díadas o tríadas entendidas como estructuras
interpersonales (Brofenbrenner, 1987). Las mismas se conformaron de la
siguiente manera: entre practicante y docente (II.1); entre practicante
y directivo (II.2); entre practicante y sujeto de la intervención
(II.3); entre practicante y familia del sujeto de la intervención
(II.4); entre practicante, escuela y familia (II.5) y entre practicante,
docente y sujeto de la intervención (II.6).
En la sub-categoría II.1 fue posible a su vez diferenciar dos
tipos: II.1.a y II.1.b.
Cuando la situación crítica de índole interpersonal
se origina básicamente por factores actitudinales adversos en cualquiera
de los dos componentes de la díada es categorizada como II.1.a.
El siguiente diálogo reconstruido por la practicante entre ella
y la docente, ilustra la naturaleza de este tipo de incidente :
Practicante: ... no sé si te acordás que quedamos que
hoy voy a retirar a J. del aula para ver... (explicita el objetivo a conseguir).
Maestra: bueno, si te parece retirala, pero lo que pasa es que hoy
traje una película de dibujitos animados.
Practicante: si ésa es tu propuesta para el día de hoy,
yo creo que no va ser conveniente retirar a la niña del aula. (...)
En todo caso luego la retiraría para realizar alguna producción
al aire libre, donde pueda moverse con mayor libertad, animándose
quizás a producir.
Maestra: como vos quieras, mirá que la película va terminar
a las 15,30; luego los niños tienen que merendar y a las 16 horas
viene el profesor de educación física a buscarlos. Cuando
terminen (...) desearía que trabajen en la huerta; a todo esto ya
se va hacer la hora de salida. Vos decidís si te conviene quedarte
o no.
En la sub-categoría II.1.b, la relación interpersonal
se ve afectada por concepciones o visiones divergentes acerca de aspectos
vinculados al proceso de enseñanza aprendizaje.
En ocasión de la implementación conjunta de un proyecto
la practicante así lo explicita: “Las concepciones de la docente
se traducen en intervenciones poco pertinentes durante el desarrollo de
las sesiones de aprendizaje. (...) No acepta los errores que cometen los
chicos, es más, durante el desarrollo de las producciones infantiles
ella es la que tiene la goma de borrar; los niños le muestran lo
que hacen y ella borra lo que considera que está mal”.
En la sub-categoría II.2 la relación interpersonal crítica
se plantea entre el practicante y el personal directivo del centro educativo
donde se lleva a cabo el trabajo. Ejemplos de esta sub-categoría
son los siguientes.
Ante un señalamiento realizado por la directora a la alumna
practicante respecto de una situación de aprendizaje por ella diseñada
al interior de un proyecto pedagógico, la alumna comenta: “la forma
en que ella (la directora) se dirigió hacia mí fue en un
elevado tono de voz, lo cual hizo que yo me pusiera nerviosa y me sintiera
mal”. Luego de algunos intentos de refutar la apreciación del directivo,
la alumna agrega: “(...)Luego de esto decidí mantenerme en silencio,
escuchándola y sin argumentar nada más”.
Otra situación cualitativamente diferente pero también
identificada como incidente crítico que involucra al practicante
en su relación con el directivo se vincula con la toma de una decisión
por parte de éste último fuera del consenso previamente establecido
con la practicante: “Tomar una decisión de este tipo sin consultar
a quien había sido demandada para colaborar en la implementación
del proyecto y teniendo en cuenta además, el momento del proceso
en que nos encontrábamos, mereció de mi parte la interpretación
de una descalificación implícita de mi accionar”.
Otra sub-categoría con un índice de frecuencia significativo
es la indizada como II.3. En ella la relación intersubjetiva que
se plantea entre practicante y sujeto de la intervención resulta
crítica en la medida en que expresa carencias en la capacidad para
comprender y discriminar -en el mundo mental del otro- estados anímicos,
motivaciones o intenciones y actuar en consecuencia.
Relatos significativos son los siguientes.
“Hay conductas y reacciones de M. que me desesperan (...). Al salir
de la escuela, luego de trabajar, me encuentro con M. que caminaba delante
mío, ante su indiferencia me indigné”.
“La niña se encaprichó, evitándome el diálogo
por varios minutos que personalmente parecieron ser una eternidad. Esto
surge a partir de un comentario mío, tal vez autoritario, por medio
del cual la presioné para que me contara por qué no había
estudiado para una prueba”.
Las situaciones configuradas en torno a la practicante y a la familia
del sujeto por el cual se demandó originaron la sub-categoría
II.4.
En este sentido una alumna identifica como incidente crítico
la imposibilidad de realizar entrevistas con los padres del niño
al que asistía: “Este incidente repercutió en la expectativas
de éxito que yo tenía frente a mi trabajo con el niño
ya que consideraba a los padres como un sub-sistema altamente significativo
para la modificación de la situación escolar de M.”.
Hemos desarrollado hasta aquí aquellos incidentes vinculados
al establecimiento de configuraciones interpersonales. Las configuraciones
identificadas hasta el momento asumen estructuraciones diádicas.
En lo que sigue se ofrecen aquellas situaciones que se inscriben en estructuras
en las que participan más de dos componentes, se despliega de esta
manera una tríada: practicante - familia - escuela o bien practicante
- sujeto de intervención - escuela. La escuela en estas tríadas
puede estar representada tanto por los directivos como por los docentes.
En relación a la primera de las tríadas consignadas (sub-categoría
II.5) se puede citar a modo de ejemplo el siguiente caso. Una residente
vincula su incidente crítico con una situación imprevista
que se desplegaba en el mismo momento en que ingresaba a la escuela como
consecuencia de una actitud de indisciplina por parte del niño (sujeto
de atención psicopedagógica): “Al llegar a la institución
para trabajar de modo individual con J., éste se encontraba en la
dirección del establecimiento aguardando la llegada de su padre.
Una vez que llega el padre entra con la docente a la dirección y
J. permanece a mi lado esperando; luego lo hacen entrar a él y por
último la directora solicita mi opinión sobre el tema. Posteriormente
cuando el padre se está retirando cruzamos unas palabras donde se
perciben claramente posiciones opuestas. En el mismo incidente podrían
diferenciarse tres situaciones no previstas: cómo actuar frente
al niño, qué responder a la solicitud de la directora, cómo
posicionarme frente a la opinión del padre”.
En otro caso, ante la necesidad de involucrar a la familia en la situación
escolar del niño y en el trabajo psicopedagógico emprendido
-en virtud de la importancia que se le adjudicaba a las características
de la configuración familiar en la problemática del niño-
otra residente identifica como incidente crítico las dificultades
en concretar encuentros con los padres quedando involucrados distintos
actores de la escuela: director, maestra y personal auxiliar.
Los fragmentos del relato de otra practicante que a continuación
se presentan, además de ilustrar la tríada que venimos considerando
permite referenciar incidentes vinculados a la otra de las tríadas
identificadas: practicante - sujeto de intervención - escuela (sub-categoría
II.6).
“ (...) Pude apreciar que la manera de proceder (de la maestra) se
tornaba un obstáculo para promover progresos en el niño.
(...) No puedo abocarme a describir una sola circunstancia, sino todo un
contexto particular que circunda la relación entre el niño
y la docente, del cual comencé a recabar indicadores que me alertaban
día a día más respecto de una situación escolar
que quizás fuera desventajosa para S., estos indicadores eran muchos
(...). Comencé a percatarme de una relación algo tensa y
distante entre maestra y alumno”.
La apreciación de la residente respecto del modo de intervención
docente y su repercusión en la problemática del niño
puede inscribirse además en la tríada estructurada en torno
a practicante - familia - escuela. Se agrega ahora la demanda del padre
de S. hacia la practicante a partir de la cual solicita su intervención
con el objetivo de modificar el vínculo docente - alumno, caracterizado
por actitudes y modos de proceder negativos por parte de la maestra respecto
del niño.
“ (...) Esta visita (la del papá) me sorprende y preocupa pues
me percato por un lado de esta situación áulica tan perjudicial
para el niño y por otro del disgusto del padre con la docente así
como de su intención (no explícita) de situarme como una
especie de mediadora en este circuito de interacciones donde pareciera
que los autores de los señalamientos buscan desligar sus culpas
situándolas en otros actores involucrados. Así como el papá
adjudica como causa del fracaso escolar la actitud de la maestra, ésta
por su parte, ofrece como causal del problema la falta de compromiso familiar”.
III.- La configuración de una tercera categoría
se constituye a partir de las situaciones críticas que se refieren
fundamentalmente al cómo de la intervención psicopedagógica.
Los incidentes críticos relatados por las alumnas practicantes
dieron origen a dos sub-categorías.
La sub-categoría III.1 hace referencia a las situaciones críticas
que se generan frente al despliegue temático que realiza el sujeto
de la intervención en los encuentros que las practicantes tienen
con él. Así, según la orientación que direcciona
dicho despliegue es posible diferenciar dos grupos. El primero (III.1.a)
en el que prevalecen cuestiones vinculadas a la constitución de
la propia subjetividad y el segundo (III.1.b) donde el incidente tiene
lugar ante las interpelaciones cognitivas del sujeto.
Ejemplo del primer grupo lo constituye el siguiente relato: “El problema
tuvo que ver con la falta de conocimiento práctico sobre niños
que presentan problemas de agresividad”.
Como ejemplo del segundo grupo puede citarse: “Creo que en el desarrollo
de mi práctica, mis mayores incidentes críticos fueron las
intervenciones que realicé con la niña y el tipo de material
y de actividades que le proporcioné a través de las sesiones”.
La sub-categoría III.2 se diferencia de la III.1 en que el despliegue
temático generador del conflicto lo realiza un miembro de la familia
del sujeto de la intervención. Así, una practicante relata:
“Personalmente nunca imaginé que el padre de S., en esa reunión,
iba a relatar aspectos tan íntimos de su vida. Hechos que de repente
reflejaban principios y valores diferentes a los míos. (...) Escuchaba
y a medida que el relato de él iba avanzando, comencé a pensar
cómo enfrentar la situación...”.
IV.- Esta última categoría agrupa las situaciones que
son específicas de la práctica profesional de grado y reflejan
justamente componentes del contexto académico al que pertenece:
asistencia, aprobación de trabajos, existencia de material que denota
la realización del trabajo de campo, es decir requerimientos de
regularización y aprobación de la materia explicitados en
el contrato pedagógico. Ejemplifica esta categoría la siguiente
enunciación: “Viendo que la situación de ausencias reiteradas
del niño no se revertía, (...) se me asigna otro caso. Es
aquí donde debí enfrentar este momento y esta experiencia
como incidente, empezar todo de nuevo. Esto provocó en mí
una gran ansiedad, mucha angustia y frustración porque sentía
que el tiempo había pasado y yo no había hecho nada. Además
se despertó en mí un sentimiento de inferioridad con respecto
al grupo de pares, pues yo veía que todas mis compañeras
avanzaban en sus trabajos”.
ANÁLISIS DE RESULTADOS
Una primera sistematización en términos cuantitativos
del material recogido permite afirmar que :
• La categoría II concentra el 40, 65 % de los casos considerados.
• Las categorías I y III, por su parte, reúnen porcentajes
equivalentes (26,39 % y 27,47 % respectivamente).
• La categoría IV sólo totaliza el 5,50 % de los casos.
A modo de lectura interpretativa preliminar pueden formularse algunas
apreciaciones vinculadas a los datos antes expuestos.
En relación a la categoría IV la escasa cantidad de incidentes
críticos registrados tiene relación con el énfasis
puesto por la cátedra en una estructura organizativa particular
que hace tangible para los residentes el campo laboral aún desde
su particular situación de alumnos cursantes de una asignatura.
Sin embargo, la existencia de situaciones vividas como problemáticas
da cuenta de la relevancia que adquiere para algunos, en determinadas circunstancias,
las exigencias de cumplimiento estrictamente académico.
Los resultados más significativos -no sólo por la concentración
cuantitativa que pone de relieve sino por la naturaleza del factor interviniente-
corresponden a la segunda categoría elaborada. Haciendo abstracción
de las diferenciaciones internas que dieron lugar a las subcategorías,
el eje estructurante lo conforman las relaciones interpersonales. Dichas
relaciones no constituyen un objetivo prioritario de reflexión intencional
en el contexto de formación académica, donde sin duda el
énfasis se pone en aspectos teórico-conceptuales. Si bien
es preciso destacar la necesariedad de éstos últimos, en
carreras como la que ha sido objeto de este análisis, la relación
con el otro es sustantiva. Por ello, el carácter conflictivo que
impregna las relaciones interpersonales aludidas, haría merecer
a éstas una mayor consideración en la formación.
Las magnitudes equivalentes encontradas en las categorías I
y III condujo a un análisis de la composición interna de
ambas categorías.
En la categoría III referida al cómo de la intervención
psicopedagógica, la amplia mayoría de incidentes corresponden
al despliegue temático que aporta el sujeto de la intervención.
Por su parte, en la categoría I que se vincula a la demanda de intervención,
de las cuatro sub-categorías establecidas, la mayor parte de los
incidentes tiene que ver con los saberes psicopedagógicos específicos
implicados en las demandas de intervención formuladas.
Sin desconocer las distinciones epistemológicas existentes entre
el saber qué y el saber cómo resulta inevitable su vinculación.
En este sentido, esta asignatura constituye un espacio particularmente
sensible para la irrupción de incidentes pertenecientes a ambas
categorías. Sin embargo, los más esperables en esta instancia
son los referidos al saber hacer -al saber cómo-, alrededor de los
cuales confluyen los esfuerzos de la cátedra. No obstante la ponderación
similar obtenida por los incidentes relacionados con el saber psicopedagógico
(sub-categoría I.4) ponen de manifiesto la vinculación entre
ambas. Las limitaciones en saberes específicos declaradas por los
alumnos sin duda inciden en sus competencias para la formulación
de hipótesis de trabajo acerca de la situación problema por
la que se consulta y más aún en el diseño de estrategias
de intervención apropiadas.
COMENTARIOS FINALES
A lo largo de este trabajo se han intentado objetivar aquellas situaciones
que de manera recurrente se evidencian como problemáticas en la
iniciación de la actuación profesional psicopedagógica.
Interesa destacar que la consideración de las mismas reviste
importancia al menos en dos sentidos. En primer lugar dan cuenta de acontecimientos,
que si bien en las etapas iniciales son vividas como críticas, resultan
propias de los desafíos involucrados permanentemente en la actuación
profesional. Por otro lado permiten la metarreflexión acerca de
las estrategias de formación desplegadas al interior de la cátedra.
Éste último sentido es el que interesa focalizar como actores
involucrados en la configuración del entramado inicial de la socialización
profesional, objetivo primordial sostenido por la cátedra.
El proceso de práctica profesional que desarrollan los alumnos
asume como característica particular su inserción en el ámbito
de actuación profesional sin el acompañamiento in situ de
un profesional experto en el dominio. Si bien las instancias de supervisión
logran acompañar, contener y compensar esta carencia, el alumno
se ve privado de participar en procesos de intervención desplegados
por otros que se le ofrecen como modelo1.
En este sentido la posibilidad de contar con relatos que materializan
situaciones reales vinculadas al quehacer profesional favorece la elaboración
de representaciones que de manera anticipada involucra al futuro profesional
con la realidad laboral a la que deberá enfrentarse.
Por último, atender a los incidentes críticos planteados
por los alumnos permite un monitoreo constante del andamiaje que se les
ofrece en los espacios destinados a la supervisión del proceso en
la medida en que permite atender a aquellas cuestiones que desencadenan
más frecuentemente en situaciones conflictivas.
Notas
1- Esta característica es inherente a las alternativas de práctica
vinculadas a las demandas de atención individual y a la elaboración
de proyectos pedagógicos didácticos. Este tipo de demandas
son las que desencadenan la mayor cantidad de procesos de práctica
al interior de la Cátedra.
Referencias bibliográficas
Andreozzi, Marcela 1996 El impacto formativo de la práctica.
El papel de las prácticas de formación en el proceso de socialización
profesional. Revista del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la
Educación Año V Nº 9 :20-31
Brofenbrenner, Urie 1987 La ecología del desarrollo humano.
Experimentos en entornos naturales y diseñados. Paidós. Barcelona.
Rosales, Carlos 1990 Evaluar es reflexionar sobre la enseñanza.
Narcea. Madrid.
Woods, Peter 1997 Experiencias críticas en la enseñanza
y el aprendizaje. Paidós. Buenos Aires.
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I Demanda de intervención psicopedagógica | I.1 Configuración de la demanda
I.2 Amplitud y generalidad de la demanda I.3 Complejidad de la demanda I.4 Saberes psicopedagógicos |
II Relaciones interpersonales | II.1 Practicante - Docente
a) Factores actitudinales adversos b) Visiones divergentes II.2 Practicante - Directivo II.3 Practicante - Sujeto de intervención II.4 Practicante - Familia II.5 Practicante - Familia - Escuela II.6 Practicante - Sujeto - Escuela |
III Proceso de intervención (cómo) | III.1 En relación al sujeto
a) Temática subjetiva b) Temática cognitiva III.2 En relación a la familia |
IV Situación de práctica de grado
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