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SOBRE
LOS MAZAHUAS DEL ESTADO DE MEXICO
Una región indígena,
o etnorregión localizada en el noroeste del Estado de México
cuyo espacio se encuentra comprendido por trece municipios (Almoloya de
Juárez, Atlacomulco, Donato Guerra, Ixtapan del Oro, Ixtlahuaca,
Jiquipilco, Jocotitlán, El Oro, San Felipe del Progreso, Temascalcingo,
Valle de Bravo, Villa de Allende y Villa Victoria), es la región
mazahua, cuya población descendientede la familia Otomí-Pame,
presenta actualmente condiciones híbridas en su cultura material,
organización social, religión y relaciones sociales, donde
se mezclan elementos prehispánicos como la lengua con todos los
determinantes sociales, económicos, políticos y culturales
del actual sistema capitalista.
La principal actividad económica
de los mazahuas en el campo es la agricultura, siembran: maíz, calabaza,
maguey, frijol, haba, papa y algunos frutales que generalmente autoconsumen.
Algunos crían cabras, aves de corral y borregos, otros elaboran
artesanías de lana, hechas en telares de cintura, alfarería
y trabajos en madera.
Aunque hay pueblos mazahuas
en los estados mexicanos de Michoacán, Tamaulipas, Querétaro,
Chihuahua y Guanajuato, para el año de 1990, a nivel nacional, los
hablantes mazahuas mayores de cinco años sumaron 127,826, de los
cuales 89.41%, equivalente a 114,294, se localizan en el Estado de México,
siendo el grupo étnico mayoritario en territorio mexiquense.
La etnorregión mazahua
presenta de manera global, tres características: es heterogénea
en cuanto a la conformación de sus barrios, comunidades, política
y religión; no es autónoma, pues depende del Ayuntamiento
local; y la unidad socio-política básica en el ámbito
de la región, es el municipio por encima de la comunidad y del barrio.
Como grupo étnico, ocupan un territorio común y su sistema
de relaciones sociales se irradia de manera directa como proceso cultural,
social y político que construye identidad y voluntad para compartir
retos del presente y del futuro.
De igual manera, también
se encuentran mazahuas en la capital de la República Mexicana, emigrantes
del Estado de México que trabajan como albañiles, macheteros,
estibadores y cargadores en la Central de Abastos, vendedores de
chicles, refrescos o limpiadores de coches; las mujeres son empleadas del
servicio doméstico, vendedoras ambulantes de semillas, plantas,
golosinas, productos artesanales y refrescos.
CONTEXTO HISTORICO DEL
PUEBLO MAZAHUA
La lengua mazahua pertenece
al grupo Otomangue, tronco otopame, de la familia Otomí-Mazahua
(Soustelle, 1993) y presenta leves diferencias dialectales de una comunidad
a otra, lo cual no impide la comunicación entre ellos.
Los historiadores no han
llegado a un acuerdo acerca de la procedencia de los mazahuas y la época
en que éstos llegaron al Valle de México. Mendieta y Nuñez
(1945) los consideran como una de las cinco tribus de la migración
chichimeca comandada por Xólotl, ocurrida según Jiménez
Moreno en el siglo XIII, por el año 1224.
Esta migración al
parecer venía de Chicomoztoc, -Lugar de las Siete Cuevas-, asienta
que los mazahuas surgieron en el escenario del Valle de México como
componentes de los grupos acolhuas que llegaron poco tiempo después
de los chichimecas.
La palabra Mazahua puede
provenir según el propio Mendieta, de Mazáhuatl, el jefe
de una de las cinco tribus de la migración chichimeca. Carrasco
(1950) en cambio, considera que mazahua es una palabra nahua que significa
¨gente de venado¨.
La historia de este grupo
tiene una estrecha relación con la de los matlazincas que dominaron
el Valle de Toluca y llegaron hasta Michoacán.
Los mazahuas fueron principalmente
dominados por los acolhuas, después por los tecpanecas y posteriormente
por los mexicas quienes consolidaron su hegemonía en Temascalcingo,
Atlacomulco, San Felipe del Progreso, Jocotitlán, Malacatepec e
Ixtlahuaca, lugares actualmente poblados por los mazahuas.
Los primeros pobladores,
que se asentaron en el territorio que hoy ocupa el municipio de San Felipe
del Progreso, eran de origen mazahua y se establecieron en el siglo XIII.
Se sabe también que en 1379, el pueblo fue sometido por la Triple
Alianza (México-Tenochtitlan, Tezcoco y Tlacopan), quedando en ese
tiempo como tributarios de los mexicas y que a la llegada de los conquistadores,
en 1521, el pueblo pasó al dominio de los españoles.
Más tarde, los virreyes
repartieron el territorio fundando varios poblados, es así como
se instituyó el pueblo con el nombre de San Felipe Ixtlahuaca en
el año de 1552.
Posteriormente, por petición
de los indígenas a la Real Audiencia durante 1711, se fundaron las
repúblicas de indios de Ixtlahuacca y la de San Felipe, las que
tuvieron su propio ayuntamiento donde residía la máxima autoridad:
el gobernador. En esa época el gobierno español instaló
varios telares, por este motivo el pueblo se llamó San Felipe del
Obraje.
Más tarde, el cura
Miguel Hidalgo llegó a San Felipe proclamando la independencia de
México. El 13 de Octubre de 1877 la legislatura local eleva al pueblo
a la categoría de Villa con el nombre de San Felipe del Progreso,
nombre con el que actualmente se le conoce (Archivo Municipal).
CONTEXTO ACTUAL DEL PUEBLO
MAZAHUA
La etnorregión mazahua
del Estado de México se caracteriza por la condición de pobreza,
manifiesta en sus formas de vida, atraso social y económico, así
como una dinámica demográfica que denota las profundas desigualdades
del contexto nacional y sus efectos sobre el desarrollo de los grupos domésticos
en el ámbito municipal y regional.
El Consejo Nacional de Población,
(CONAPO), registró un índice de marginalidad para el Estado
de México de .6042, calificado como de grado bajo. No así
para los municipios de la región mazahua, en donde ocho de los trece
municipios que la constituyen mantienen un alto grado de marginalidad,
siendo San Felipe del Progreso el más elevado con .9188; teniendo
un grado medio Jiquipilco, Jocotitlán y El Oro, los dos restantes
Atlacomulco y Valle de Bravo, presentan un índice bajo.
De acuerdo a los datos de
la misma CONAPO, más de la mitad del total de la población
nacional ocupada, percibe hasta dos salarios mínimos, un porcentaje
de 63.22. La remuneración de la población económicamente
activa en el Estado de México es baja, ya que 19.19% de ésta
gana menos de un salario mínimo, 62.63% hasta dos salarios mínimos
y sólo 8.1% percibe ingresos superiores a cinco salarios mínimos.
Los indicadores socioeconómicos
de la etnorregión son elocuentes en cuanto a la magnitud de la insatisfacción
de las necesidades básicas en que se debaten los grupos domésticos
mazahuas del Estado de México. Sin duda reflejan la condición
de pobreza como un modo de vida que ha sido impuesto por el sistema occidental
dominante; siendo evidente la desigualdad y como fenómeno estructural,
excluyendo total o parcialmente a los indígenas del acceso al consumo
de bienes y servicios y de la participación en los asuntos públicos.
En tales condiciones de
improductividad que no garantiza el autoconsumo, con niveles serios de
desnutrición, enfermedades, analfabetismo, hacinamiento, carencia
de agua potable, pésimas condiciones de vivienda y ausencia de servicios
básicos para la sobrevivencia; los grupos domésticos indígenas
se ven obligados a enfrentar necesidades de reproducción vía
migración a las grandes ciudades, combinando el trabajo agrícola,
artesanal, industrial y como ayudantes de albañilería, cargadores
en los mercados y vendedores ambulantes. Participa todo el grupo doméstico:
las mujeres, llamadas ¨Marías¨, junto con sus niños,
recorren las calles del Distrito Federal y otras ciudades ofertando artesanías,
vendiendo frutas, dulces, chicles y pepitas o también pidiendo limosna.
Los adolescentes trabajan como chalanes en la industria de la construcción,
cuidando carros o limpiando sus vidrios en las esquinas. La dinámica
interna del grupo se transforma, constituyendo de esta manera familias
extensas pero dispersas, en donde los factores sociales, económicos
y culturales determinan su existencia y reproducción.
La migración de los
jefes del hogar o de los hijos mayores modifica la dinámica del
grupo doméstico: las madres se ocupan también fuera del hogar,
el poder se socializa, las relaciones horizontales se intensifican y los
niños se incorporan más temprano al trabajo. La mujer asume
las responsabilidades económicas y familiares, correspondiendole
tomar decisiones respecto a la diversidad de situaciones. Sin embargo,
esta condición de jefa del hogar no le reporta un estatus social
ni siquiera igual al de los hombres, jefes del hogar frente a la comunidad
y la sociedad en general.
La migración, la
combinación de diversos trabajos, la participación de todos
los integrantes en las actividades económicas, sociales y religiosas
son los elementos determinantes de la reproducción de los grupos
domésticos, es decir, son las estrategias de sobrevivencia de los
mazahuas. En este sentido, el grupo doméstico mazahua cumple con
funciones de socialización a través del padre y de la madre
en la transmisión de conductas sociales, culturales y económicas
que establecen la asignación de papeles a los hombres y a las mujeres.
MIGRANTES MAZAHUAS EN
LA CIUDAD DE MEXICO
El perfil laboral de la
población mazahua en la ciudad de México se ha transformado.
Desde la década de los cincuenta hasta los setenta donde la incorporación
de estos inmigrantes se dio principalmente en el sector secundario y terciario
de la economía, hasta la actualidad en que se orientan cada vez
más al sector informal. En términos generales se puede decir
que:
- En los años cincuenta
y sesenta la tendencia ocupacional se orientó hacia las fábricas,
la burocracia, la industria de la construcción y el comercio establecido.
La ciudad se encontraba en un contexto de crecimiento donde se requería
abundante mano de obra.
- En los años setenta,
la población de indígenas migrantes se incorpora al trabajo
doméstico, como macheteros, estibadores, diableros, etc; la presencia
de mazahuas y otomíes en el comercio informal se hace más
notoria. Las redes de paisanos determinan la integración ocupacional
de los recién llegados.
- En la década de
los ochentas como efecto del modelo económico implantado, tanto
los indígenas migrantes, como gran cantidad de la población
de la ciudad, ven reducidas las oportunidades de un empleo formal. Las
migraciones indígenas que llegan a la ciudad se insertan al comercio
informal con diferentes giros y comienzan a ser visibles en la vía
pública, ya no sólo como vendedores ambulantes sino algunos
como limpiaparabrisas y limosneros en los camellones de las calles. Lo
que antes se veía como normal, ahora toma dimensiones mayores.
- En los noventas se agudiza
la situación económica, la movilidad de los indígenas
hacia sus diferentes destinos en busca de alternativas para sobrevivir
los sigue conduciendo a la zona metropolitana de la ciudad de México
y ellos, como buenos frutos del neoliberalismo, sólo tienen la calle
como oportunidad para trabajar.
Según datos del CATIM
(Centro de Atención al Indígena Migrante), dependencia del
Gobierno de la Ciudad de México, actualmente son 11 las organizaciones
mazahuas de vendedores ambulantes; casi un tercio de las 35 de todas las
étnias en la ciudad.
Las mujeres mazahuas, llamadas
despectivamente -al igual que las mujeres otomíes- ¨marías¨,
tienen una presencia muy añeja en la ciudad, víctimas predilectas
en el pasado de las camionetas de la policía de vía pública,
(las popularmente llamadas ¨julias¨), han ejercido el comercio
informal desde hace varias décadas. Sólo hace falta
recordar los puestos de perones con chile en polvo, las semillas de chilacayote,
las palanquetas. Muchos puestos de dulces a la salida de las estaciones
del metro son también de estas mujeres mazahuas originarias de San
Antonio Pueblo Nuevo, municipio de San Felipe del Progreso, Estado de México.
También de allá son las pocas mujeres que aún conforman
la cooperativa ¨Flor de Mazahua¨, descendientes directas de aquéllo
que fue el ¨Centro Mazahua¨, creado en 1972 por el gobierno del
presidente Luis Echeverría con la intención de que las ¨marías¨
se capacitaran en la elaboración de muñecas y textiles artesanales,
para que así con un trabajo formal se alejaran del comercio en la
calle.
La condición laboral
de estos grupos indígenas los margina del acceso a los servicios
de salud, educación y vivienda. Los lugares en donde viven se encuentran
principalmente en predios, edificios y vecindades deterioradas de las delegaciones
Cuauhtémoc y Venustiano Carranza, así como en algunos municipios
conurbados. Si en la década de los cincuenta hasta los setenta las
zonas receptoras de ésta fueron Naucalpan y Ciudad Nezahualcóyotl,
hoy en día, los municipios de Ecatepec, Chalco y Chimalhuacán,
son el destino de numerosos grupos indígenas que son más
pobres y con menos posibilidades de vivir mejor, a diferencia de áquellos
que llegaron en las décadas antes mencionadas.
La actividad comercial de
los indígenas en la vía pública, con todas las desventajas
que se pueden tener, ha significado su sobrevivencia en la ciudad; han
huido de su lugar de origen que no les ofrece alternativas de desarrollo
sólo para encontrar condiciones similares a las de los demás
pobres de ésta ciudad, la ciudad de México.
(*) Texto y fotografías
de Jesús Quintanar
basado en el libro:
«Poblacion y Cultura en la Etnorregión Mazahua»(jañtjo).
de Eduardo Andrés
Sandoval Forero. Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados de Ciencias
Políticas y
Administración Pública de la Universidad Autónoma
del Estado de México. 1a. Edición, 1997. Y en el documento:
«Perfil Ocupacional
de la Poblacion Indígena Migrante en la Ciudad de México»,
de Leobárdo Sánchez Piña. 1999. |