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En 1855 se encontraba
en Río Cuarto como ayudante cura, el Rvdo. Padre Mario Bonfiglioli,
de Gruzzano, misionero franciscano de gran talento, que recibió
la visita de un grupo de vecinos de nuestra aldea, una población
que en el censo de 1869 indicaba una 5000 almas, para manifestarle los
deseos de la sociedad de que se fundara y se instalara definitivamente
en la villa un Colegio de Misioneros Franciscanos que, juntamente con la
acción parroquial, se dedicaran a la enseñanza y a misionar
entre los indios.
Después de resolver algunos
asuntos, con toda la documentación necesaria en su poder, partió
el Padre Bonfiglioli para su Italia natal, regresando el día 13
de noviembre de 1856 con 12 franciscanos, siendo éstos recibidos
afectuosamente por la humilde pero próspera Villa de la Inmaculada
Concepción de María.
Es de destacar el pavoroso
problema que para los gobiernos nacionales representaban las frecuentes
hazañas de las hordas ranquelinas en esta región, en las
que pueblos enteros eran convertidos a la nada y otros, como La Carlota,
Reducción, Río Cuarto y Achiras, eran obligados a sobrellevar
vida agónica por la continua e implacable guerras que les hacían
las susodichas tribus, impidiendo así el arraigo de poblaciones
cristianas.
Cuando el Reverendo Bonfiglioli
comenzó sus gestiones para poder traer los misioneros italianos
a estas regiones, el apoyo no tardó en llegar de todas partes. Así
por ejemplo, en tan graves momentos, tuvo el gobierno de Córdoba
la feliz idea de concertar con los Reverendos Padres Franciscanos, Misioneros
Apostólicos, Fray Francisco Antonio Pedraza y Fray Mario Bonfiglioli,
las bases para la fundación de un Colegio de Propaganda Fide en
Río Cuarto, decreto del 30 de abril de 1855 y que fuera firmado
por el entonces gobernador Don Alejo Carmen Guzmán.
Habiendo regresado Bonfiglioli
en noviembre de 1856 con los 12 padres franciscanos, se funda la comunidad
que quedaría alojada en una humilde choza de paja en la manzana
misma que ocupa actualmente en la ciudad de Río Cuarto.
Enseguida se dedicaron al
cuidado pastoral del extenso curato con celo apostólico y grandes
sacrificios, se ocuparon de la enseñanza de los niños del
colegio San Buenaventura que sin lugar a dudas comenzaría a cumplir
sus funciones como establecimiento educativo a los pocos meses de su arribo,
quizás en el año 1857, además de misionar inmediatamente
entre los indios, para lograr su conversión y civilización,
predicando misiones, ejercicios espirituales y novenas en los pueblos de
la zona: Achiras, Alpa Corral, Tegua, San Jerónimo; construyendo
con el correr de los años las capillas allí existentes y
constituyendo la única posibilidad de recibir auxilios espirituales,
construyendo además su propia Iglesia de San Francisco, la Iglesia
Parroquial (hoy la Iglesia Catedral de Río Cuarto) que fuera consagrada
el 7 de diciembre de 1890 y otros templos, como el de Alpa Corral, San
Bartolo, Reducción, Achiras, La Carlota, Laboulaye, Rodeo Viejo,
entre otras.
Bastaría leer las
Crónicas Históricas de aquellos primeros tiempos, tan bien
redactadas por los reverendos padres franciscanos, para darnos una idea
de la inmensa evangelización por ello realizada.
He tratado de tomar como
ejemplo algunas figuras franciscanas que arribaron por aquellos días
a nuestra ciudad, e incluso de otros sacerdotes que en sucesivas oleadas
fueron llegando y propagando el Evangelio en la urbe, en poblaciones vecinas
y dentro de las tolderías indígenas.
Ejemplos de ello constituyen
los datos que aportó sobre la vida de Fray Marcos Donatti, nacido
en Benevento en 1831, de destacada misión entre los indígenas
y gran colaborador inmediato de la tarea emprendida desde el Colegio de
Propaganda Fide.
En el segundo grupo se encuentra
la destacada personalidad del Padre Quírico Porreca, nacido en Peco
Constanzo en 1843, de gran importancia por su tarea anticolérica
en momentos en que la enfermedad diezmaba la población de la villa
y zonas aledañas, como así también creador de instituciones
de caridad, asilo de huérfanos, refugios para los más necesitados
y fundador de la Congregación de Misioneras Terciarias Franciscanas,
que en la ciudad de Córdoba bajo la dirección de la Reverenda
Madre Tránsito Cabanillas había fundado el Colegio de Santa
Margarita de Cortona en el barrio San Vicente, mientras que en Río
Cuarto fundaría el Colegio de Nuestra Señora del Carmen en
1879.
Finalmente, es de citar
la actividad del los padres Cirilio Ostilio, Ludovico Quaranta, Mario Dal
Negro y otros, que por sus celo apostólico fueron realmente propagadores
del Evangelio en momentos que el país todo reclamaba una urgente
solución ante los avances permanentes del malón, que pusieron
en más de una oportunidad en pie de guerra a poblaciones enteras
diezmadas por el fatídico grito del infiel.
(*) por José
Antonio Cambría Florit
Centro Riocuartense
de Estudios e Investigaciones Históricas. |